Entre muchas otras tareas, los integrantes del Servicio de Extensión Yerbatero (SEY) del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) monitorean y miden los resultados de las acciones que vienen realizando junto a los productores para lograr una producción sustentable y de calidad.
Una de las actividades es identificar las condiciones del suelo con y sin cobertura para concientizar de la necesidad de mantenerlo cubierto durante todo el año.
En ese marco, en enero pasado, el Ingeniero Marcos Kubiszen, del SEY, tomó la temperatura de suelos en yerbales con y sin cubiertas verdes y árboles nativos ubicados en la zona centro de la provincia de Misiones. Los resultados, si bien no pueden ser concluyentes dado que para ello es preciso reiterar las mediciones, son contundentes y referenciales para actuar en el cuidado de la producción.
“Como extensionista y en ello en el proceso de diagnóstico de sistemas productivos, se pueden realizar mediciones de variables del clima/tiempo y asociarlas a recomendaciones de manejo, buscando eficiencia y resiliencia en la producción de la yerba mate, especie nativa que ha evolucionado en el estrato medio de nuestra Selva Paranaense”, explicó Kubiszen al referenciar el alcance del trabajo que realiza.
Vinculado, detalló algunos datos de las mediciones efectuadas en yerbales en la zona centro de Misiones: “Midiendo en días calurosos del pasado enero, a las 13:00 horas, se ha registrado temperaturas de 50,1 °C para suelos desnudos en las entre líneas del yerbal; 32,5 °C en entre líneas con cubiertas verdes ya secas; 28,6 °C para suelo con cobertura debajo de las plantas de yerba mate y 25,9 °C a nivel del suelo bajo la sobra de cubiertas verdes ya secas sumada a la de cedro misionero (estrato arbóreo)”, informó.
Dicho de otro modo, señaló, “si tomamos el dato literalmente, el suelo desnudo está 97 % más caliente que el suelo con cubierta total”, al tiempo que aclaró que “estos datos no pueden representar promedios o ensayos acabados ya que se debería repetir varias veces para poder establecer un dato exacto, pero sirven de referencia para la zona y para visibilizar el efecto de las coberturas en el suelo de un yerbal”.
Entre los efectos de las altas temperaturas sobre el sistema, “se deben destacar el estrés térmico a la biota del suelo y la pérdida de agua”.
Concretamente, Kubiszen relató que “entre las mediciones efectuadas se puede notar que la temperatura en entre líneas sin vegetales, sin cubiertas, es superior a las que tienen coberturas verdes”, y a la par describió que “cuando el suelo tiene la cobertura del estrato arbóreo (árboles implantados), la temperatura es todavía menor, debido a que la copa de los mismos en los casos de los sistemas agroforestales, representan la primera capa densa en recibir la energía solar, atenuando el efecto de este sobre el microclima que se genera debajo de la copa”.
En términos generales, indicó Kubiszen, “las temperaturas máximas y mínimas en el sistema se dan sobre el suelo o las superficies cercanas a este”. Esto significa que “si el suelo se encuentra desnudo, los valores extremos de temperatura se darán ahí a nivel de este, sin embargo, si este tiene cubiertas verdes herbáceas o leñosas (árboles) los valores extremos de temperatura se darán sobre la cobertura vegetal”.
Resiliencia
En un contexto donde se presentan condiciones climáticas adversas, como olas de calor, sequías y lluvias intensas en poco tiempo, el trabajo que realiza el SEY del INYM junto a productores, incentivando la sistematización de suelos, el manejo de cubiertas verdes implantadas y espontáneas y de caminos (camellones, pozos de infiltración, etc.), la plantación de árboles nativos como cortinas y/o dentro del yerbales, y la cosecha de rama madura, contribuye a la sustentabilidad de la producción.
“La combinación de otros árboles con yerba mate permite al sistema productivo mantenerse más estable ante condiciones climáticas adversas (resiliencia), como la alta insolación y temperatura, siempre y cuando se logre formar copas por sobre las plantas del cultivo”, ratificó Kubiszen.
Específicamente sobre el suelo, reiteró que “debe mantenerse cubierto todo el año”, y a la par recalcó que “conociendo cuáles son las especies de coberturas más favorables para nuestro sistema productivo, se puede lograr mayor eficiencia”.
En esa línea, observó que la presencia de árboles en lotes de yerba mate también representa un tipo de cobertura, pero no debe reemplazar las cubiertas verdes herbáceas que acompañan al cultivo, ya que tanto la exploración radicular como el espacio aéreo que ocupa cada uno, es muy diferente y complementaria”.
Finalmente, y no menos importante, el jefe del SEY, el ingeniero agrónomo Matías Bazila, enfatizó en el rol de estas prácticas en la productividad de los yerbales. “Las cubiertas, espontáneas o implantadas, verdes o secas, contribuyen a mejorar la productividad no solo mitigando los efectos de las altas temperaturas, sino también manteniendo la humedad, promoviendo la biodiversidad y en ese marco, sosteniendo la fertilidad física, química y biológica del suelo, por lo cual su práctica es recomendable durante todo el año y de manera permanente en el tiempo”, concluyó.