Luego de culminar una óptima campaña de gruesa, la Red de Manejo de Plagas de Aapresid compartió prácticas eficaces para un manejo eficiente de malezas en el ciclo 2024/25 que está dando sus primeros pasos.
En el manejo agronómico, el barbecho es vital para la transición entre campañas. Durante este tiempo de “descanso” de la tierra entre cultivo y cultivo, el control de malezas, sobre todo las resistentes, representa un gran desafío para los productores argentinos.
Sin embargo, pensar en soluciones basadas únicamente en herbicidas ya no es suficiente; diversificar estrategias es esencial para garantizar la eficacia a largo plazo de las opciones químicas.
Con la mira puesta en el próximo cultivo, la Red de Manejo de Plagas (REM) de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) propuso tres prácticas destacadas para un manejo eficiente de barbecho.
1) Achicar ventanas de barbecho
La duración del barbecho depende de la rotación de cultivos seleccionada, lo que influye en la planificación y manejo. Acortar la duración del barbecho facilita la planificación, ya que, además del uso de herbicidas, el cultivo actúa como una herramienta fundamental para competir con las malezas.
La intensificación de la rotación con cultivos invernales de renta (como trigo) o de servicios ayuda a reducir el tiempo de barbecho, mejorando el control de malezas y la efectividad de los herbicidas.
Vicia villosa es uno de los cultivos de servicios más adoptados debido a su contribución al nitrógeno biológico y control de malezas. Sin embargo, su lento crecimiento inicial puede requerir control químico temprano.
Si bien hasta el momento existe sólo un herbicida registrado (terbutilazina) para el uso en preemergencia de vicia, según información recabada por la REM y el Sistema Chacras de Aapresid, otros como imazetapir, metolacloro y pendimetalin, permitirían ampliar el abanico de opciones de ser aprobados para el cultivo.
2) Monitoreo de malezas
El monitoreo es fundamental para desarrollar estrategias efectivas y tomar decisiones acertadas. Identificar las especies presentes, su ciclo, tamaño, densidad y nivel de resistencia permite definir los herbicidas y dosis adecuadas para su manejo.
El ciclo de emergencia de las malezas depende de las condiciones de temperatura y humedad, variando según la zona y la campaña. Además, los periodos de brotación de las malezas perennes, afectados por la temperatura, también deben considerarse.
Es esencial identificar las ‘malezas driver’, aquellas que condicionan la estrategia de manejo por su dificultad de control, historia del lote y rotación de cultivos. Con esta información, se seleccionan los herbicidas más adecuados y el momento óptimo para su aplicación.
Posteriormente, se debe evitar el uso repetido de sitios de acción para minimizar la presión de selección y el riesgo de acumulación de herbicidas en el suelo, lo que puede causar fitotoxicidad.
3) Uso “inteligente” de herbicidas
La siembra directa favorece a las malezas con germinación superficial y emergencia prolongada. El uso de herbicidas con efecto residual es crucial para controlar estos flujos de emergencia, reduciendo la necesidad de múltiples aplicaciones. Estos herbicidas actúan durante la germinación de las malezas, facilitando su control.
Es importante no aplicar herbicidas sobre coberturas verdes que actúen como barreras para su llegada al suelo; en caso de haberlas, deben ser tratadas previamente con un quemante. Además, la incorporación de los herbicidas al suelo, facilitada por las precipitaciones posteriores a su aplicación, es clave para su efectividad.
Para evitar dañar el cultivo posterior, se deben conocer las características del herbicida residual, como su persistencia en el suelo, solubilidad y vías de degradación. Al planificar los barbechos químicos, es esencial saber a qué cultivo se destinará el lote para seleccionar herbicidas según su selectividad en el cultivo posterior.
En muchos casos, el barbecho químico incluye principios activos no selectivos y de amplio espectro (como glifosato), complementados con herbicidas hormonales y/o residuales.
La planificación y rotación de activos según su mecanismo de acción es vital para retrasar la aparición de resistencias. Por ejemplo, si en el barbecho largo se usa un herbicida ALS, en el barbecho corto se debería usar uno con un mecanismo diferente, como un PPO o un inhibidor del fotosistema II.
Aunque algunos tratamientos herbicidas pueden ser más caros a corto plazo, su uso estratégico puede preservar la efectividad de herbicidas más económicos a largo plazo. La integración de prácticas culturales con tratamientos herbicidas garantiza un manejo sostenible y eficiente, afectando positivamente el rendimiento futuro y cuidando el ambiente.
Por Infocampo
Fuente.- https://www.infocampo.com.ar