28 noviembre, 2024

“La búsqueda de Dios”: Carta de Monseñor Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas, para el domingo 22º durante el año

El Evangelio de este domingo (Mc 7,1-8. 14-15. 21-23) nos presenta al Señor enseñando sobre la recta búsqueda de Dios: «Y Jesús, llamando otra vez a la gente, le dijo “Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que hace impuro es aquello que sale del hombre”». Los cristianos debemos tratar de superar las miradas parciales que se fijan solo en la superficialidad de las cosas. Una mirada atenta de la realidad implica mirar con el corazón. Esto es válido también para las búsquedas espirituales que nos ayudan a encontrarnos con Dios. Una visión
materialista del mundo nos impedirá descubrir la presencia de Dios en las cosas.
El desafío de evangelizar la búsqueda de Dios exige que los cristianos nos comprometamos a realizar un camino de maduración en la Fe. En esto se ha insistido en Aparecida, así como en nuestro Sínodo Diocesano sobre la necesidad de realizar un camino de formación integral como discípulos y misioneros de Jesucristo, el Señor, considerando que este es un proceso de seguimiento a transitar durante toda la vida.
Junto a la visión materialista aparecen otras versiones que teñidas de espiritualidad no son, sin embargo, compatibles con el cristianismo. Los cristianos creemos en la resurrección. La resurrección de Cristo y la nuestra es confesada en el credo desde los primeros siglos y se diferencia absolutamente de posturas orientalistas que creen por ejemplo en la reencarnación.
Sobre las erróneas propuestas proselitistas es importante advertir que frecuentemente manipulan la genuina búsqueda de Dios de nuestra gente presentándose como espíritus amplios y ecuménicos, y silenciando que son propuestas superficiales e inconsistentes que en corto tiempo dañan la genuina búsqueda de Dios, dejando a la gente en una profunda insatisfacción y con frustraciones personales y grupales, que después son difíciles de revertir.
Es importante señalar la centralidad que los cristianos le damos tanto al diálogo ecuménico como al diálogo interreligioso, y que no es lo mismo el uno que el otro. El ecumenismo hace referencia al camino de comunión que realizamos los cristianos que tenemos un mismo bautismo y que confesamos que Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre, y por lo tanto creemos en un Dios uno y trino. En este camino ecuménico se encuentran católicos, ortodoxos y hermanos de otras confesiones cristianas.
Otra cosa es el diálogo con el judaísmo y con otros grupos religiosos no cristianos, sobre todo monoteístas.
Sobre el ecumenismo que no es la mezcla de todo, sino una búsqueda fundamental de comunión en nuestro tiempo nos dice Aparecida: «El ecumenismo no se justifica por una exigencia simplemente sociológica sino evangélica, trinitaria y bautismal: expresa la comunión real, aunque imperfecta que ya existe entre los que fueron regenerados por el bautismo y el testimonio concreto de fraternidad. (DA 228). De esta manera buscamos cumplir con el deseo de Cristo: «que todos sean uno, lo mismo que lo somos tú y yo, Padre y que también ellos vivan unidos a nosotros para que el mundo crea que tú me
has enviado» (Jn 17,21). En Aparecida también se señala la relación con el judaísmo y el diálogo interreligioso: «Reconocemos con gratitud los lazos que nos relacionan con el pueblo judío, con el cual nos une la fe en el único Dios y su Palabra revelada en el Antiguo Testamento. Son nuestros “hermanos mayores” en la fe de Abraham, Isaac y Jacob» (DA 235). «El diálogo interreligioso, en especial con religiones monoteístas, se fundamenta justamente en la misión que Cristo nos confió, solicitando la sabia articulación entre el anuncio y el diálogo como elementos constitutivos de la evangelización» (DA 237).

Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas.

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