En la tarde de este sábado 31 de Diciembre de 2022, el Vaticano publicó el testamento espiritual de Benedicto XVI, quien pidió a quienes conforman la Iglesia Universal que se mantengan firmes en la fe y no se dejen confundir.
Tras pedir perdón “de todo corazón a los que he hecho daño de alguna manera”, Benedicto XVI hizo su último pedido para la Iglesia.
Dirigiéndose “a todos los que en la Iglesia han estado confiados a mi servicio: ¡manteneos firmes en la fe! No os dejéis confundir”, pidió el Papa Emérito.
En esta línea, advirtió que “a menudo parece como si la ciencia – las ciencias naturales, por una parte, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otra -, pudiera ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica”.
Además, indica haber sido testigo de que “las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas sólo aparentemente pertenecientes a la ciencia”.
“Hace ya sesenta años que acompaño el camino de la Teología, en particular de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles, demostrando ser meras hipótesis”, comenta más tarde.
Entre estas tesis, Benedicto XVI destaca la generación liberal, la generación existencialista y la generación marxista.
“He visto y veo cómo de la maraña de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo”, señala más tarde.
En su testamento espiritual, el Papa Emérito Benedicto XVI agradece en primer lugar a Dios, “que me dio la vida y me guió en diversos momentos de confusión; siempre me levantó cuando empecé a resbalar y siempre me devolvió la luz de su semblante”.
“En retrospectiva veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este viaje fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien”, se lee a continuación.
Más tarde, da las gracias a sus padres, “que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor me prepararon una magnífica morada que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy”.
“La lúcida fe de mi padre nos enseñó a los niños a creer – continúa el testamento -, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente”.
Además, recuerda a su hermana y escribe que “me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado”.
Y también a su hermano Georg, quien “con la lucidez de sus juicios, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin este constante preceder y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta”.
También da gracias a Dios “por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado”.
Asimismo, agradece su “hermosa patria” en los Prealpes bávaros, “en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo”.
“Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y os ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe”, pide a continuación.
Además, agradece “toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria”.
Por último, el recién fallecido Papa Emérito pide oraciones por él, “para que el Señor, a pesar de todos mis pecados e insuficiencias, me reciba en las moradas eternas. A todos los que me son confiados, día a día, va mi oración de corazón”.
Por Almudena Martínez – Bordiú | ACI Prensa
Etiquetas: Benedicto XVI, Papa emérito, Papa Emérito Benedicto XVI
Foto.- Crédito – Vatican Media – Benedicto XVI (2005)
Fuente.- https://www.aciprensa.com