Un equipo que se pone desafíos y trabaja con pasión y disciplina para cumplirlos.

Siguiendo los pasos de su padre, Mariano Ostán sembró 180 hectáreas de cuatro lotes en menos de 30 horas 
 
Hace diez años, Mariano Ostan (hijo) comenzó a formarse junto a su padre, compartiendo jornadas, campañas y aprendizajes en el lote. Hoy con 27 años, ya a cargo de la siembra fina y gruesa, continúa esa tradición familiar acompañado por un aliado que también se convirtió en parte del legado: la maquinaria INDECAR.


 
En plena campaña, donde cada hora cuenta, la sembradora se volvió una pieza clave para sostener el ritmo de trabajo. “Trabajo de día y de noche, y para mí es fundamental que el traslado y el desarme sean ágiles. Esta máquina me agiliza muchísimo los movimientos”, destaca Mariano. La practicidad también se traduce en eficiencia operativa: “Cargás y salís a sembrar, y no necesitás muchos operarios. Con una sola persona estás bien”, agrega.

Esa combinación de agilidad y capacidad se reflejó en una de sus últimas jornadas, en la que logró sembrar 180 hectáreas entre cuatro lotes, trabajando desde las 15,00 horas de un día hasta las 20,00 horas del día siguiente. En este sentido, Mariano continúa el legado de su padre, que recientemente había sido noticia por sembrar durante 20 días seguidos prácticamente sin interrupciones.
 
La tolva es otro de los puntos que más valora: “Con una densidad de siembra de 50 kilos de soja de grano chico y 40 kilos de fertilizante hice 45 hectáreas, con una sola carga. Con una máquina convencional no lográs eso.”
 
La tecnología también ocupa un rol central. El monitor VAF, asegura, superó sus expectativas: “Censa todo al instante y tira diagnósticos que te permiten resolver en el momento.”


 
Pero más allá del trabajo diario, los resultados en el lote son los que terminan de confirmar la calidad del equipo. “Veías un nacimiento un día y al otro ya estaba todo parejo. El cuerpo de siembra trabaja firme, no va a los saltos, y la semilla queda muy bien implantada”, sostiene Mariano.
 
Así, generación tras generación, herramientas como las de INDECAR se convierten en parte del ADN productivo de familias que siguen apostando al campo, a la mejora continua y al trabajo bien hecho.

 


Gentileza.- Micaela Sierra Pino